jueves, 21 de junio de 2012

Un Benedetti más cosmopolita







Cumpleaños en Manhattan (en Poemas del hoyporhoy, 1958-1961)
Todos caminan
yo también camino
es lunes y venimos con la saliva amarga
mejor dicho
son ellos los que vienen
a la sombra de no sé cuántos pisos
millones de mandíbulas
que mastican su goma
sin embargo son gente de este mundo
con todo un corazón bajo el chaleco
hace treinta y nueve años
yo no estaba
tan solo y tan rodeado
ni podía mirar a las queridas
de los innumerables ex-sargentos
de ex-sargentísimo Batista
que hoy sacan a mear
sus perros de abolengo
en las esquinas de la democracia
hace treinta y nueve años
allá abajo
más debajo de lo que hoy se conoce
como Fidel Castro o como Brasilia
abrí los ojos y cantaba un gallo
tiene que haber cantado
necesito
un gallo que le cante al Empire State Building
con toda su pasión
y la esperanza
de parecer iguales
o de serlo
todos caminan
yo también camino
a veces me detengo
ellos no
no podrían
respiro y me siento
respirar
eso es bueno
tengo sed y me cuesta
diez centavos de dólar
otro jugo de fruta
con gusto a Guatemala
este cumpleaños
no es
mi verdadero
porque este alrededor
no es
mi verdadero
los cumpliré más tarde
en febrero o en marzo
con los ojos que siempre me miraron
las palabras que siempre me dijeron
con un cielo de ayer sobre mis hombros
y el corazón deshilachado y terco
los cumpliré más tarde
o no los cumplo
pero éste no es mi verdadero
todos caminan
yo también camino
y cada dos zancadas poderosas
doy un modesto paso melancólico
entonces los becarios colombianos
y los taximetristas andaluces
y los napolitanos que venden pizza y cantan
y el mexicano que aprendió a mascar chicles
y el brasileño de insolente fotómetro
y la chilena con su amante gringo
y los puertorriqueños que pasean
su belicosos miedo colectivo
miran y reconocen mi renguera
y ellos también se aflojan un momento
y dan un solo paso melancólico
como los autos de la misma marca
que se hacen una seña con las luces
nunca estuvo tan lejos
ese cielo
nunca estuvo tan lejos
y tan chico
un triángulo isósceles nublado
que ni siquiera es una nube entera
tengo unas ganas cursis
dolorosas
de ver algo de mar
de sentir como llueve en Andes y Colonia
de oír a mi mujer diciendo cualquier cosa
de escuchar las bocinas
y de putear con eco
de conseguir un tango
un pedazo de tango
tocado por cualquiera
que no sea Kostelanetz
pero también es bueno
sentir alguna vez un poco de ternura
hacia este chorro enorme
poderoso
indefenso
de humanidad dócilmente apurada
con la cruz del confort sobre su frente
un poco de imprevista ternura sin raíces
digamos por ejemplo hacia una madre equis
que ayer en el zoológico de Central Park
le decía a su niño con preciosa nostalgia
look Johnny this is a cow
porque claro
no hay vacas entre los rascacielos
y otro poco de fe
que es mi único folklore
para agitar como un pañuelo blanco
cuando pasen o simplemente canten
las tres clases de seres más vivos de este Norte
quiero decir los negros
las negras
los negritos
todos caminan
pero yo
me he sentado
un yanqui de doce años me lustra los zapatos
él no sabe que hoy es mi cumpleaños
ni siquiera que no es mi verdadero
por mi costado pasan todos ellos
aaso yo podría ser un dios provisorio
que contemplara inerme su rebaño
o podría ser un héroe más provisorio aún
y disfrutar mis trece minutos estatuarios
pero todo está claro
y es más dulce
más útil
sobre todo más dulce
reconocer que el tiempo está pasando
que está pasando el tiempo y hace ruido
y sentirse de una vez para siempre
olvidado y tranquilo
como un cero a la izquierda.
Nueva York,
14 de setiembre de 1959

martes, 19 de junio de 2012

Les dejo una grabación del poema "A la izquierda del roble" (del libro Noción de Patria de 1963) que conseguí en el Museo de la Palabra del SODRE.



 

A la izquierda del roble

 
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah, pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico:
Ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
déjame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico:
Vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llévale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.
Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

 





Palabras Verdaderas

Para aquellos que no pudieron asistir a la clase pasada, les dejo en cinco entregas el documental sobre la vida de Benedetti que vimos en la última hora. Se llama “Palabras Verdaderas”, es de Ricardo Casas, y fue realizado en el 2004. Espero que les guste.














Testimonios


Para acercarnos a la literatura de Benedetti es necesario situarse en un determinado contexto histórico, social y literario que nos permita entender el impulso inicial que hace surgir su obra. Es preciso asimismo no perder de vista contra qué empieza combatiendo este escritor, cuál es su posicionamiento ante la institución cultural, cuáles son sus argumentos a la hora de la creación de un nuevo lenguaje estético.
En las citas que transcribo a continuación, y que fueron leídas en su momento en clase, se sintetizan claramente las intenciones poéticas que persiguen sus primeras creaciones, se dibuja rápidamente el panorama en el que se encontraba la literatura nacional en ese entonces (hablamos de la veintena que va desde 1945 a 1965), sus esquemas obsoletos y su lenguaje caduco, así como la nueva realidad emergente que acuciaba al país.



 “[...] cuando [me] ocupaba de la literatura nacional lo hacía casi siempre sobre la literatura urbana, un modo de hacer literatura que empezó con nuestra generación, “la del 45”, porque hasta esos momentos la literatura uruguaya sólo trataba temas sobre el campo, sobre gauchos, etc., y estábamos en una época en que todo eso había cambiado. Los escritores que producían en estos años casi ninguno venía del campo, el campo que habían conocido ellos era a través de otros poetas que sí habían vivido esta experiencia; [...] los escritores de Asir reflejaban en sus escritos un ambiente idealista y romántico, hablaban del paisaje, de la naturaleza, y jamás se referían a la ciudad. Además, en aquellas fechas, estaban aconteciendo muchas cosas en la ciudad, la mitad del país vivía en Montevideo, ésa era la realidad [...]” (Entrevista publicada en Poética coloquial hispanoamericana, Universidad de Alicante, España, en 1997).



“En cuanto a mi obra, Montevideo la ocupa casi totalmente. No sólo porque uno de mis libros se titula Montevideanos, sino porque a lo largo de mis novelas, mis cuentos, mis poemas, no siempre en las líneas pero sí en las entrelíneas, la ciudad y sus habitantes son presencias casi estables. No sé si será una obsesión, pero al menos es un rasgo tenaz, pero también una carencia... Como mis personajes, soy un montevideano seguro cuando trabajo e imagino con ellos, a partir de ellos, o a partir de mí mismo, como montevideano” (Benedetti, en el 1er Coloquio InternacionalLiteratura y espacio urbano” celebrado en Alicante, España, 1994: 30).



"Si un escritor de la ciudad (que aparte de la zona amateur de su jornada, tiene por lo común ocupadas en alguna tarea extraliteraria ocho o más horas por día, y sólo toma contacto con la vida del campo en alguna que otra semana de turismo), si ese escritor de la ciudad escribiera una novela o un drama rurales, corre el peligro de que sus figuras se asemejen a los gauchos de Hollywood o al indio importado de Zorrilla. Le queda, empero, la ciudad, rico en temas, en ambientes, en caracteres. Montevideo no conoce todavía su novela, tal como la tienen París, Madrid o Buenos Aires". (Mario Benedetti, en "Marcha" abril 9 de 1948).



"Montevideo casi no ha tenido cronistas de sus presentes sucesivos ni, menos aún, recreadores de esas crónicas ciertas o posibles. Enfrentar, con un mínimo propósito creador, la ridícula acusación de ridiculez, requiere hoy en día un coraje tan peculiar y tan sutil que ni siquiera tiene el mérito de parecer coraje. Pero hay otro rasgo que afecta por igual a lectores y autores: la resistencia, en unos y en otros, a admitir (antes de cualquier lectura, previo a toda creación) el Montevideo verdadero, esencial. Tanto le han repetido al montevideano que vive en una democracia perfecta, junto a playas magnificas; tanto le han enseñado que su fútbol es (o, más bien, era) el primero de América y del mundo, y su churrasco el más sabroso del Universo y sus alrededores; tanto énfasis han puesto en hacerle admitir que esas afirmaciones son todo y lo demás no importa, que ahora, naturalmente, hay muchos saludables reconocimientos para los que el montevideano se siente inhibido. De ahi que se aferre a una visión escolar de su propio medio, y siga considerando vigente un retrato de la ciudad, cuyos retoques ya huelen a viejo." (Benedetti, en “Marcha”, enero de 1962).

















lunes, 18 de junio de 2012

Motivos y temas

Desde el punto de vista temático, la escritora y profesora Sylvia Lago observa en su libro Mario Benedetti: cincuenta años de creación, ciertos motivos recurrentes a lo largo de la obra del escritor uruguayo, que se entrecruzan en los distintos niveles genéricos (novela, cuento, poesía, teatro, y también sus hibridaciones), y configuran “tópicos ineludibles para la comprensión del complejo entramado de las relaciones humanas” (Lago 27), identificables a lo largo de toda su obra.

-La soledad, del hombre desamparado en el vacío existencial de una época inclemente, donde desaparecen las apoyaturas psicológicas y ontológicas (una paradoja fundamental de la novela moderna: el hombre solo en la sociedad o incluso en contra de la sociedad, pero casi nunca en la sociedad.

-La muerte: desde diferentes manifestaciones, desde su interrogante metafísica hasta las instancias más cercanas y concretas de la cotidianeidad.

-El amor. Visto a veces desde una perspectiva pesimista donde los focos del vivir enajenado impiden su plena realización Pero también entendido, ese amor, como un proyecto de salvación, sea en el intercambio de subjetividades como en aquel que impulsa al sujeto a hacerse uno con la colectividad).

-La opacidad de la existencia rutinaria, sujeta a situaciones sociales que promueven la alienación en un mundo ordenado absurdamente.

-La inautenticidad (“fallutería” o “hipocresía”) contamina ciertos ámbitos sociales, y tiene que ver con el envilecimiento de las relaciones humanas (coincide con el retrato de la clase media sumergida en la frustración, sujeta al burocrático mundo oficinesco:  la rutina, la monotonía, el aburrimiento, la vida automatizada y maquinal del trabajo diario.)

-El hastío y la vacuidad, que impulsa muchas veces a los personajes a la tragedia del sinsentido (locura o suicidio).

Para el abordaje particular que hemos ensayado en nuestras clases, aquel que indaga acerca de la relación específica entre Benedetti y Montevideo, es decir, entre Benedetti y la construcción discursiva de una ciudad que funciona como imagen identitaria de una sociedad, nos hemos concentrado en el primer Benedetti, en su primer periodo de producción, aquel que podríamos establecer (un poco caprichosamente) entre su primer libro, La víspera indeleble (1945) y La Muerte y otras sorpresas (1969). Las obras que hemos escogido como representativas de esta etapa son: Montevideanos (1959), como acercamiento a su cuentística, y Poemas de la oficina (1956), como acercamiento a su poesía.

Algunos de los puntos principales que hemos trabajado son:

1. Benedetti encuentra en la ciudad, específicamente en la realidad capitalina, la idiosincrasia del ser nacional.

2. La ciudad no solamente es escenario de sus poemas, cuentos y novelas, sino que es tematizada en sus ficciones, convirtiéndose muchas veces en su verdadero protagonista.

3. La ciudad modela a sus personajes, los transforma exterior e interiormente, estableciendo silenciosos y subterráneos vínculos con su subjetividad y su afectividad. Sus espacios, sus ritmos, su tiempo vertiginoso, su paisaje sonoro, lleva inevitablemente a quien la habita a transformarse de forma inconsciente, o involuntaria, en un rostro anodino, en un transeúnte anónimo, desconocido para la mayoría, sin voz y sin nombre.

- La ciudad aísla a sus habitantes: el tema de la incomunicación.

-La ciudad es espejo de sus personajes, ellos encuentran en el paisaje urbano verdaderas exteriorizaciones de sus sentimientos y emociones.

-La ciudad es la expresión, o materialización, más genuina de toda una clase social. Para Benedetti, la ciudad es ícono de la clase media. Su crecimiento es paralelo al crecimiento de la ciudad. En cierta forma, es la clase media quién la produce. Ella cumple una función protagónica:  Su punto de vista es el de un lúcido observador de la clase media urbana, a la vez como parte de ella y como un crítico acerbamente distanciado de sus mitos, cegueras y conformismos” (Oviedo, José Miguel. 2001: 244).

4. La ciudad como palimpsesto, un lugar donde se imprimen y superponen diferentes temporalidades. El Montevideo que fue, el que es, y el que podría ser: la ciudad evocada, la ciudad experimentada, ciudad imaginada.


lunes, 11 de junio de 2012

“Montevideo vista a través de los ojos de su escritor”

La Guía Benedetti nos propone un doble recorrido: al tiempo que nos permite llegar a Mario Benedetti desde su ciudad hacia sus textos, nos permite conocer, redescubrir acaso, Montevideo con una mirada diferente, con la mirada de un escritor, con la mirada de un artista.
A continuación les dejo un video con una breve introducción al proyecto de la Guía Benedetti de Montevideo. Un proyecto donde justamente se encuentran el universo de la literatura con el mundo del turismo, específicamente con el del diseño de recorridos turísticos. Quien habla en el video es el arquitecto, periodista y escritor Alfredo Fonticelli que, conjuntamente con la profesora y escritora Helena Corbellini, diseñaron los circuitos de la guía.


Éstas son algunas definiciones y algunos puntos en los que nos detuvimos en la primera clase (viernes 01/06/12) de Literatura Uruguaya.

¿Qué es un patrimonio?

Es la acumulación de bienes simbólicos y materiales heredables, transmisibles en el interior de una sociedad. Es una herencia de valores de diversa índole, propia del pasado de una comunidad, la cual es recibida, procesada, actualizada en el seno de dicho colectivo, y es transmitida a las generaciones emergentes y futuras.

¿Qué es la identidad?

1- Es cierta interpretación que hacemos de nosotros mismos, que de alguna manera implica una idea de ser humano, de sujeto o individuo. Refiere a una forma de ser particular, a un carácter. Esta idea o definición que el ser humano hace de sí mismo es algo que construye a partir de ciertas pertenencias, es decir, a partir de una serie de cosas que entiende como propias.

Según Néstor García Canclini: “La identidad es una construcción que se relata. Se establecen acontecimientos fundadores, casi siempre referidos a la apropiación de un territorio por un pueblo o a la independencia lograda enfrentando a los extraños. Se van sumando las hazañas en el que los habitantes defienden ese territorio, ordenan los conflictos internos, y fijan los modos legítimos de vivir en él para diferenciarse de los otros. Los libros de lectura, los museos, los rituales cívicos, y las discusiones políticas fueron durante mucho tiempo los dispositivos con que se formuló la identidad de cada nación y se consagró una retórica narrativa”. (Citado por A. Diaz, La construcción de la identidad en Latino América, 2004). 

Según Maritza Montero, la identidad es “un conjunto de significaciones y representaciones relativamente estables a través del tiempo que permite a los miembros de un grupo social que comparte una historia y un territorio común, así como otros elementos culturales, reconocerse como relacionados los unos con los otros biográficamente”. (Montero, M. Ideología, alienación e identidad nacional. 1991)

2- La identidad, para que sea tal, debería operar como un elemento unificador de una comunidad en virtud de asentar una serie de representaciones identificadoras sobre lo propio y lo ajeno.   Dicho elemento unificador suele estar asociado a:

 -un origen común.

               -una historia común.

                 -un espacio común (una geografía, un territorio).

                 -un patrimonio común.

3- La “identidad cultural”, es decir, la identidad que nos caracteriza como cultura, es un concepto marcador de singularidad y diferencia.

4- La literatura produce identidad. No sólo representa la identidad cultural de una comunidad o colectividad desde donde emerge como escritura artística institucionalmente aceptada y legitimada, sino que produce identidad. La literatura funciona muchas veces como un discurso que narra la identidad de un grupo de personas, describe esta identidad, la pone en escena, la registra, y bien puede reafirmarla, o bien puede problematizarla.